Globalización de mercados, internacionalización de la economía, comunicación sin límites…progreso en general. Esa es nuestra sociedad actual: ávida de poder que olvida los valores reales y humanos, las verdaderas necesidades de nuestros conciudadanos. Es demasiado complejo prestar ayuda y, al parecer, los más necesitados están sólo en países subdesarrollados.
Pero no es cierto. Sólo mirando a nuestro alrededor se descubren sectores realmente necesitados y sin ilusión, que esperan nuestra desinteresada ayuda para sobrevivir. Colectivos indefensos que requieren atención y cuidado.
Hacia dos de ellos, hacia la infancia y la juventud, dirige la Fundación Angela sus esfuerzos, en honor a la persona de quien recibe su nombre, donde amor y entrega a los demás fueron y serán ya un estilo de vida…
… «A los 16 años uno se siente vivo: toda una vida por delante, sueños e ilusiones que se agolpan en la mente, ganas de llegar lejos… en un mundo donde cualquier horizonte es alcanzable con la fuerza de la juventud. Aún nada es imposible. Sólo hay que proponérselo.
Así era Angela. Natural de Zaragoza y con la vitalidad propia de una adolescente que creía, al igual que muchos humanos, ser dueña de su existencia. Voluntaria de la Cruz Roja y amante de la solidaridad, colaboraba semanalmente con dicha institución en pro de una sociedad mejor. Porque para ella vivir podía ser bello si todos poníamos de nuestra parte… Hasta que un desafortunado accidente de tráfico sesgó su vida sin saber cómo ni por qué.»
En su nombre y para que su estrella siga luciendo, se crea, casi un año después, la Fundación Angela, destinada a ayudar económica, sanitaria, cultural y materialmente a niños y jóvenes, dentro del territorio español.
Porque ella así lo quería, porque veía en la labor humanitaria su futuro y porque vivir no debe ser sólo un sueño sino una realidad, esta organización actuará desinteresadamente a favor de los más necesitados y en pos de una mayor unión social; para cubrir aspectos tan importantes en el desarrollo de un niño como la afectividad o la educación; para conseguir, tan sólo con tiempo y dedicación, algo simple pero vital: «una sonrisa y la felicidad.»